¿QUÉ FINAL TUVIERON LOS APÓSTOLES DE JESÚS DE NAZARET?
Los discípulos, o apóstoles, de Cristo fueron las piedras
fundamentales de su iglesia. En Apocalipsis 21:14 se nos dice que los doce
cimientos del muro de la Nueva Jerusalén tendrán inscriptos sobre ellos los
nombres de los doce discípulos (o apóstoles). Es evidente, de esta forma, que
nuestro Señor le atribuye gran importancia a estos hombres.
Al escuchar las enseñanzas de Jesús y al ver sus milagros,
muchas personas lo seguían y cada quien tenía una razón distinta de porque lo
hacía. Unos esperaban ver un milagro, otros les interesaba escuchar sus
parábolas, algunos creían que él era el Mesías y deseaban que Jesús tocara sus
vida de una forma u otra. También estaban aquellos que buscaban instigarle y
ser tropiezo a lo que hacía y decía.
Cuando Jesús comenzó su ministerio sobre la tierra él
escogió a 12 hombres como compañeros en la obra que él debía realizar. Los
conocemos como los 12 apóstoles. Jesús compartió su vida con ellos, transformó
sus corazones y los capacitó para impactar a las naciones en su nombre y con el
poder de Dios. Para cumplir su misión, Jesús no se bastaba a sí mismo. Quiso
rodearse de un grupo de amigos. Los necesitaba, ¿por qué no? No vive en una
lejana nube de admiración distante. Está con ellos. Vive con ellos. Les habla,
les forma, les educa. Come con ellos. Un Buda y un Mahoma están humanamente
mucho más lejos de sus seguidores que Jesús de sus apóstoles. En lo humano,
entre Jesús y los suyos hay una hermosa corriente de compañerismo y
fraternidad. En lo divino, sí, hay una barrera que marca el misterio de la
divinidad. A estos íntimos, les hace partícipes de sus secretos, de su amistad,
de su misión.
Jesús
en su paso por la tierra quiso formar una comunidad de íntimos, con la que
comenzó su Reino, su Iglesia. Los eligió porque Él quiso, y los llamó de
distintos pueblos, condiciones sociales y modos de pensar. Ellos, para seguir a
Jesús, dejaron todo, y se lanzaron a este mundo, confiados en este Jefe y
Maestro, que les ha invitado, viviendo bajo el aire y el sol, y durmiendo donde
les sorprendía la noche.
Los nombres de los doce Apóstoles son: primero Simón,
llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan;
Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo;
Simón el Cananeo y Judas el Iscariote.
Los
elige uno por uno, así como son, con cualidades y defectos. Cada
uno es distinto. Distintos en pueblo, condición social e ideología: unos eran
ricos, otros pobres; revolucionarios algunos, colaboracionistas aprovechados
otros; solteros, unos, y casados, otros; unos más íntegros moralmente; otros,
no tanto. A todos ellos, Jesús llama libremente, no porque hubieran hecho algo
especial, sino porque Él quiso, sin mérito alguno. Constituyen un grupo
elegido.
Los forma en grupo. Jesús les forma de manera especial, les
abre su corazón, les explica a solas su mensaje profundo. Les revela quién es
su Padre celestial. Jesús actúa con ellos de manera muy diferente a la de un
maestro que transmite una enseñanza teórica. Se hace compañero de tarea y
misión. No es un Sócrates que enseña desde su elevado puesto, sino un amigo
íntimo que comparte y vive con ellos la misma suerte y destino, come con ellos
en la misma mesa y duerme a su lado. Les forma en la vida cotidiana. Los lanza
a la misión de dos en dos, nunca en solitario. La misión hay que hacerla
juntos. Los lanza a la predicación, a
anunciar ese Reino que Jesús vino a establecer aquí en la tierra y que tendrá
su cumplimiento allá en el cielo. En esa tarea les promete su asistencia, pero
no les ahorrará dificultades y las espinas del camino. Lucharán, sufrirán,
serán perseguidos. No les esconde la cruz. Al contrario, les invita a llevarla
todos los días, con ellos crea un nuevo estilo de vida, cuya ley suprema es la
libertad y el amor. Los quiere libres. Por eso, les invita a seguirle, no les
obliga.
Jesús les encomendó la misión de estar con Él: misión a
vivir con Él, a hacer la experiencia íntima de Él, a tenerlo como amigo íntimo
del alma, hasta llegar a pensar como Él, sentir como Él, amar como Él. Es lo
que llamamos la identificación real con Jesús.
Predicar el evangelio a todo el mundo: para que todos los
hombres lleguen a conocer a Jesucristo y su mensaje de salvación. Por eso, se
lanzaron por todas partes y gracias a ellos se esparció la semilla del
Evangelio.
Los 12 apostoles y su muerte.
Simón Pedro es quien tiene la más recia personalidad del
grupo y es un hombre de una sola pieza. Llamado por Jesús, mirado por Jesús,
escogido por Jesús. Más allá del pescador de Galilea veía Jesús a toda su
Iglesia hasta el fin de los tiempos. Sufrió el martirio en Roma, durante el
reinado de Nerón. Por petición del mismo Pedro, fue crucificado con la cabeza
para abajo.
Andrés,
su hermano: un tanto tímido, profundamente religioso. Más
constante que su hermano Pedro. Austero. También llamado, escogido por Cristo.
Será Andrés quien presentará a Jesús unos griegos que querían verle.46 Será él
quien preguntará a Jesús sobre el fin del mundo. Al llegar a Edesa Mesopotamia
en un viaje misionero fue crucificado en la cruz, cuyos dos extremos estaban
transversalmente elevados en la tierra, de aquí el origen de la expresión la
cruz de Andrés.
Santiago el Mayor, de genio vivo, ambicioso. Fue el primero
en morir por Jesús, martirizado por Herodes Agripa. No olvidemos que ya Cristo
había predicho su martirio como respuesta a su ambición. Comido por el celo de
Dios, decidido a imponer las cosas a sangre y fuego. Uno de los tres preferidos
del Maestro. El hijo de Zebedeo fue decapitado a espada en Jerusalén, por orden
del rey Agripa en el año 44 de la era Cristiana. Su valor e intrepidez en el
camino de la ejecución movieron al arrepentimiento; A su acusador quien profesó
el Cristianismo y sufrió el martirio con el apóstol.
Juan, el hermano de Santiago: joven, fresco, virgen, culto,
discípulo amado. Enamorado de la luz y de la verdad. Valiente hasta la cruz.
Jesús le reprocha su espíritu vengativo. Presente también, como Pedro y su
hermano Santiago, en la resurrección de la hija de Jairo, en el Tabor y en la
agonía de Jesús. En la Última Cena tuvo la gracia de recostarse en el seno de
Jesús y escuchar los latidos de su sacratísimo corazón. Es el único discípulo
de Cristo que murió por causas naturales, en la isla de Patmos en el año 100,
sin embargo no se libero de la persecución, puesto que enfrento una dura prueba
al ser hervido en un enorme caldero de aceite durante una ola de persecución,
librándose milagrosamente de la muerte.
Felipe de Betsaida: hombre sencillo, comunicativo. Jesús le
preguntó dónde comprar panes para dar de comer a esa multitud, y él, realista y
con los pies en la tierra, le dice que no bastaría el sueldo de un año para que
cada uno recibiera un pedazo. En la Última Cena dijo a Jesús una de las
oraciones más bellas que ha recogido el Evangelio: "Muéstranos al Padre y
eso nos basta". Fue azotado, puesto en prisión y después fue crucificado
en Asia Menor en el año 54.
Bartolomé o Natanael: Es uno de los de mayor vida interior
del grupo, pero es también cauteloso y desconfiado. Alguien que, antes de
aceptar las razones del que le habla, las mira y las remira sin
precipitaciones. Fue el primer misionero que fue a la India. Tradujo el
Evangelio al hindú propagándolo por aquel país. Fue cruelmente azotado y luego
crucificado por los Fanáticos Idolatras.
Tomás pasará a la historia como símbolo de la desconfianza.
Un poco contradictorio. Apasionado, unas veces, como cuando dijo: "Vayamos
también nosotros a morir con él". Sincero y destemplado, otras veces, como
cuando dijo: "Si no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el
camino?". Independiente, arisco y solitario, pues no estaba con los demás
cuando Jesús se apareció resucitado. Llamado también Dídimo, predico el
Evangelio en Partia y también en la India, donde debido al enojo de los
sacerdotes paganos fue atravesado con una lanza.
Mateo es un personaje extraño en el grupo. Un publicano,
colaboracionista con los romanos. Pero, tan pronto como conoció a Jesús, dejó
todo y lo siguió, ofreciéndole un gran banquete en su casa. Fue atravesado con
una lanza en Nadabao Etiopia en el año 60.
De Santiago el menor nada nos dicen los Evangelios, a pesar
de que era, probablemente, primo carnal de Jesús, hijo de la otra María,
hermana de la madre de Jesús. De su vida y su carácter lo único que podemos
saber surge de la carta que conocemos como suya. Es un hombre que detesta la
envidia, la murmuración y la mentira; y ama la misericordia y la comprensión.
Hombre duro en su palabra, trata a latigazos a los ricos, pero levanta en todas
sus páginas la bandera de la tolerancia entre los hombres y sus ideas. Fue el
primer obispo de Jerusalén. El hijo de Alfeo fue crucificado en Egipto.
Judas Tadeo, el hermano menor de este segundo Santiago,
primo también de Jesús. También escribió una breve carta, donde amonesta a los cristianos
para que no caigan en la trampa de la doctrina gnóstica. Recomienda fidelidad a
cuanto enseñaron los apóstoles de Jesús e integridad en la vivencia de la fe. Fue
crucificado en Edesa Mesopotamia en el año 72.
De Simón el cananeo o celote, nada dicen los evangelios. Se
indignó, como los otros nueve, contra los dos hermanos, Juan y Santiago, que
pedían los primeros puestos en el Reino.
Judas, el traidor. No fue el destino, ni mucho menos
Cristo, quien hizo traidor a Judas. Fue él quien eligió la traición. Y lo hizo
poco a poco. Jesús lo eligió "en" esperanza, sabiendo que de él
podría salir un santo, como de todos los demás. Jesús ya predijo la traición de
Judas, después de la multiplicación de los panes, casi como un aviso amoroso o
un salvavidas para que cambiara de plan. Su actitud, después de la unción en
Betania, fue muy dura y ya encerraba en germen la traición a Jesús. El mismo
Jesús anunció su próxima traición. Traiciona a Cristo con el signo más sagrado
de amistad, con un beso, aún así, Jesús le sigue llamando "amigo".
Judas se desespera y se ahorca. Matías es elegido apóstol como sustituto de
Judas.
Matías: El escogido para tomar el lugar de Judas, fue
apedreado en Jerusalén y después decapitado.
Pablo: Al regresar a Roma de un viaje misionero, fue
aprendido por orden de Nerón y decapitado.
Las personas que seguían e invitaban al llamado de Jesús, sufrieron una terrible persecución, no por eso cesaron en su intento de proclamar el Evangelio en cada rincón de donde tenían conocimiento, gracias a ellos a la fecha conocemos todo lo que el hijo de Dios quería que supiéramos y entendiéramos, como has visto los apóstoles sufrieron mucho en su intento de esparcir por el mundo la palabra de Dios, su muerte no fue en vano, gracias a ellos, tenemos la dicha de conocer la razón por la cual Jesús vino a este mundo a morir por nosotros.
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